Navegando con delfines en el sur de Tenerife
A veces las personas hacemos cosas increíbles. Sin sentido. Tomamos decisiones que si nos vieran desde otro planeta dirían: ¡Qué especie rara los humanos!. Estas incoherencias son nuestra mejor defensa ante un ataque extraterrestre. ¿Qué marciano con dos dedos de frente se animaría a venir a la Tierra con la de tonterías que ve que hacemos a diario?
Imaginemos que un extraterrestre nos observa desde su platillo volador con un super telescopio en una base secreta que tiene en La Luna. Nos estudia minuciosamente. Apunta la mira hacia Tenerife y trata de entender a los turistas, los viajeros, las cosas que hacemos cuando viajamos por esparcimiento, de vacaciones o sólo por recreación. La primera pregunta que se hace es:
¿Por qué habría una persona de pagar para ver delfines en una piscina si a un par de millas de la costa se los puede ver en libertad?
¿Por la cantidad?
No, no es un motivo válido. En las costas del sur de Tenerife, en el canal que lo separa de La Gomera hay cientos de cetáceos de variadas especies. Así que no, no es por la cantidad.
Entonces será ¿Por la distancia a la que se los puede ver?
Va a ser que no. En estado salvaje, en el mar, en su estado natural, delfines, calderones, rorcuales se pueden ver a escasos metros, perfectamente.
Ya sé. ¿Por el precio?
Quizás un día completo en un parque de los que tienen piscinas con delfines y orcas encerrados valga lo mismo que una experiencia de 3 o 5 horas navegando en el mar. Sin embargo, una cosa no tiene comparación con la otra. Básicamente, tampoco es por el precio. Quizás no sepan en realidad lo que hay ahí afuera.
Confuso y abatido por lo que observa en su telescopio el extraterrestre vuelve a su nave con una extraña conclusión:
«Estos humanos no valoran lo que tienen.»
Algo de cierto puede ser pero no todo es así. Y nuestra subjetiva opinión al respecto nos obliga a hacer conocer las actividades buenas. Hoy les presentamos al Catamarán Lady Shelley y su tripulación.
Era un sábado por la mañana. No cualquier sábado, cumplíamos 12 años de viaje juntos por el Mundo y por la vida. Nos merecíamos un festejo. Julia ama a los delfines desde siempre y nunca había tenido la posibilidad de verlos tan de cerca en libertad. Edgardo ya los había visto pero de a dos la experiencia tiene más valor.
La excursión de los sábados dura unas 3 horas. Sale desde el Puerto de Los Cristianos, sur de Tenerife en busca de cetáceos. Fondea en La Caleta (Playa Diego Hernández) para comer y también para nadar. Claro que contar la excursión así de simple sería muy fácil. Vamos a los hitos importantes.
Te sorprenderá toda la vida que hay ahí nomás de la Playa de Las Américas, en el corazón vacacional tinerfeño.
Apenas salir, mientras hablábamos con Edurne (la guía del barco) el primer avistamiento, ahí, a estribor una fugáz zambullida enorme de un Rorcual. No vamos a entrar en detalles técnicos sobre nombres científicos que bien se pueden extraer de la ballenopedia. Los rorcuales son ballenas muy grandes, no tienen dientes así que para comer nadan con la boca abierta bien grande, dejan entrar agua y alimento, cuando llenaron lo suficiente cierran la boca dejando salir el agua pero guardando la comida a través de unas barbas que tienen que actúan como filtro.
Sólo la vimos una fracción de segundos, no volvió a salir. Pueden estar varios minutos bajo el agua. La tripulación del Lady Shelley y los veinte y tantos pasajeros buscábamos atentos al gigante que nos dejó con las ganas.
Pero eso fue sólo empezar, a partir de ahí todo fueron emociones. El cetáceo más conocido en estas latitudes es sin duda el Calderón Tropical o Ballena Piloto. Es más parecido a los delfines sólo que tiene la cabeza redonda. Estos, como los delfines y las orcas sí que tienen dientes, así que no tienen que hacer cosas raras con el agua como sus primos los rorcuales para comer.
Ph: Lady Shelley
Cosas que te pueden suceder en el Lady Shelley:
- Ver a una chica que sale desde el interior y que empieza a hablar con los calderones, los llama como si se trataran de mascotas, les hace ruidos con la boca, da golpecitos con la mano contra la cubierta del barco para que se acerquen. No te asustes, no está loca, es la Capitana.
- La misma chica saliendo de nuevo con un álbum de fotos de “sus bichos” contándole a la gente que “ese se llama Indio, es amigo de Sierra y hace muchos meses que no los veía”. Tampoco te asustes, sigue sin estar loca, es que cada animal está identificado por sus aletas dorsales que son únicas, como nuestras huellas digitales. Y la Capitana los conoce.
- Ver a un señor vestido de pirata haciendo “esgrima” con una “espada de globo” contra un niño de cinco años. No le hagas caso, parece ser que es normal, es Jon, el mecánico del barco.
Y la verdad que entre tanto espectáculo con los calderones en el agua y con la tripulación en el barco a veces no se sabe a quien seguir con la cámara de fotos.
Pero de pronto todo cambió. Los ojos de Julia se iluminaron de emoción y alegría. Teníamos ante nosotros a nuestro primer grupo de delfines. Eran delfines moteados que iban y venían alrededor del barco, daban saltitos, se acercaban, se alejaban, parecían perros juguetones que se acercan al coche cuando llegás a casa después de un largo viaje.
Muy emocionante verlos ahí, reales y libres, ellos estaban al lado nuestro porque querían, nadie los obligaba. De hecho algo muy curioso sucedió. La Capitana del Lady Shelley hizo una maniobra para que los delfines prestaran atención a otro barco que había cerca y así esos turistas también podrían verlos tan cerca como nosotros. Parece ser que no hay egoísmo en el mar. Los delfines los podemos ver todos.
El premio mayor. El momento más alto de toda la excursión se lo llevó Julia cuando vimos a un delfín mular, como Flipper el de la serie, pero libre de verdad. Edurne la invitó a una zona en la proa del Lady Shelley donde si te tumbas boca abajo puedes verlo ahí cerquita tuyo surfeando el mar al mismo ritmo que el barco. De esa manera tan simple se logró la felicidad para todos esa tarde.
¡Cuánto se disfruta de una excursión cuando las personas responsables de que todo salga bien también lo disfrutan y le ponen pasión en todo momento!

Arriba: Mirna «La capitana», Edurne «La guía experta», Edgardo «El de camisa mantel», Julia «amante de los delfines». Abajo: Jon «Mecánico, pirata y fotógrafo de esta foto», Ancor «Contramestre» y Victor «Marinero».
Ojalá ese extraterrestre que nos mira desde el cielo vea al Lady Shelley también y entienda que no todos somos iguales y que también hay gente coherente que prefiere pagar por ver a un delfín libre antes que encerrado en la piscina.
De todas formas que ni se les ocurra invadir La Tierra!!!
NOTA: Un mes después de haber navegado nos enteramos que el Catamarán Lady Shelley ha cesado sus servicios de excursiones, parece que se lo llevaron a recorrer otras costas. Quienes te veíamos salir del Puerto de Los Cristianos cargado de turistas cada día y todos los delfines y ballenas que te esperaban en el mar te echaremos de menos.
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